Lunes positivo - La culpa





Volvemos de vacaciones y nos sentimos culpables. No hemos aprovechado todo el tiempo que podíamos haber aprovechado para hacer cosas que luego no podemos realizar el resto del año. Y así comienzan lo que llamamos autoreproches por lo que pudo haber sido y no fue  Y así en nuestra vida cotidiana acerca de nuestro quehacer como pareja, como padres/madres, hijos, como trabajador/a, profesional, por no habernos quitado de fumar, por no haber adelgazado, por no haber hecho deporte.... y por tantas y tantas cosas....que creemos podíamos haber hecho mejor. Nos sentimos culpables. Es el momento de quitarnos peso de encima para afrontar este “curso” ligeros de equipaje y libres de culpa, un sentimiento inútil y devastador. Vamos a aprender a ejercer nuestra responsabilidad objetivamente; trataremos sobre ataduras invisibles y sobre libertad.
Cuando sucede algo negativo, tendemos a buscar culpables. Hasta tal punto se da esa tendencia que se puede reaccionar de dos formas ante las frustraciones: quienes sistemáticamente se autoinculpan de lo que sucede (soy el culpable), quienes piensan que la culpa siempre la tienen los demás y, por último, quienes no echan la culpa a nadie, bien porque no entran a juzgar o porque no le otorgan excesiva importancia a los contratiempos que la vida nos depara.

La culpabilidad es de lejos la emoción que despilfarra mayor cantidad de energía emocional. ¿Por qué?. Porque por definición, te estas sintiendo inmovilizado en el presente por algo que ya paso, Y no existe culpabilidad por grande que sea, que pueda cambiar la historia. El grado de inmovilización puede abarcar desde una pequeña incomodidad hasta una severa depresión. Si simplemente estas aprendiendo lecciones de tu pasado, y prometiéndote evitar la repetición de algún comportamiento especifico, eso no se llama culpa.

Las reacciones de autoinculpación provocan en el individuo un estado de ansiedadcuyo origen podemos encontrarlo en sistemas de educación rígidos. La familia, la escuela o el medio social han estado tradicionalmente cargados de leyes y normas de conducta regidas por el miedo al castigo. Así, hemos ido interiorizando paulatinamente este catálogo represivo hasta que terminan constituyendo parte de nuestra personalidad. Es como un juez o policía que llevamos dentro y que actúa imponiéndose a la espontaneidad de la acción y del pensamiento. Las personas con este sentimiento de culpa se llenan de obligaciones aunque éstas no les correspondan. Son extremadamente escrupulosos y exigentes a la hora de enjuiciarse y viven pendientes de que el castigo o la sanción pueda caer sobre ellos. Las pautas educativas más represivas o las que se derivan de comportamientos ligados a creencias religiosas hacen más frecuente la aparición de estas culpabilidades. Una autoinculpación puede ocasionar epsodios depresivos recurrentes y hasta graves.
Cada uno de nosotros tiene consciente e inconscientemente un conjunto de pautas que marcan su comportamiento. Este es nuestro propio código moral que puede o no coincidir completamente con el código social en que vivimos, el cual por supuesto a contribuido en gran medida determinar al nuestro.

Todos tenemos un código moral: El contenido del código moral personal es el conjunto de normas que organizan nuestro comportamiento. Esas normas pueden enunciarse, por ejemplo, como " no frustrarás a los otros ", " no dañaras a tus padres". Una vez que el contenido del código se estableció un proceso largo que se realiza a través de los años, empieza a funcionar un suerte de sistema que garantiza su cumplimiento.
Este sistema que se "llama el guardián del código" hace que cada vez que uno transgrede una norma o alguna de las pautas del código, se encienda una señal informando que el código se ha transgredido. Se trata de una suerte de avisador interno que cumple funciones de autoinculpación con el consiguiente malestar.
Una de las consecuencias mas comunes del sentimiento de culpa es el remordimiento. Clínicamente se define como el pesar interno que produce en forma de sentimiento cuando enjuiciamos nuestras acciones y pensamos que hemos realizado una mala acción. Es la inquietud que despierta la memoria de una culpa, que va creciendo imperceptible dentro de uno. La vivencia del remordimiento es como tener un objeto intragable atravesado en la garganta, que finalmente se volverá contra uno mismo. El problema principal del remordimiento es que muchas veces se desconoce su origen. Se experimenta como una sensación que esta continuamente presente pero no se sabe exactamente cual es la culpa que está escondida detrás originando este malestar.
En segundo lugar las reacciones que sistemáticamente inculpan a otros de todo lo negativo que sucede se deben a que el individuo no soporta la carga de la propia responsabilidad cuando surgen las frustraciones, y dirige a los demás la sensación de culpa. Reaccionan de forma que lo primero es buscar un culpable fuera de si mism@. Es una forma de liberación que los demás perciben como una conducta agresiva, pero que revela la incapacidad del individuo para autocriticarse de forma objetiva y serena. Aqui aparece también la mentira y/o la manipulación para intentar inculpar a otro. A veces las personas tóxicas emplean con frecuencia esta táctica. El origen de estas conductas está en estilos de educación permisivos en los que la persona no ha experimentado los límites de su conducta ni las consecuencias de sus errores. Sucede frecuentemente en familias en los que la autoridad de padres y adultos y el respeto a unas ciertas normas de convivencia han sido mal o insuficientemente trabajados con los niños y adolescentes. La educación en libertad y responsabilidad es una de las asignaturas pendientes de nuestra educación. De hecho gracias a los medios de comunicación podemos ver lo que con frecuencia sucede con muchos jóvenes: episodios de violencia de los más jóvenes, consumo de alcohol y drogas hasta la extenuación, conductas vandalicas que tienen como base la falta de responsabilidad y la la falta de profundizzación en responsabilidad y libertad.
Y, por otra parte, la actitud de reaccionar ante las malas noticias, o ante las adversidades o ante los errores y/o fracasos no echando la culpa a nadie se asocia a dos tipos de comportamiento: quienes mantienen actitudes frívolas y no le dan importancia a nada y, por otra parte, quienes mostrándose responsables y conscientes, optan por no teñir las relaciones interpersonales de sentimientos de culpa para evitar la negatividad que ello acarrea.
Es frecuente encontrar sentimientos de culpabilidad cuando se da un proceso de separación y/o divorcio, cuando perdemos a un ser querido, o cuando por ejemplo una mujer trabaja fuera de casa y se siente culpable por creer que no atiende a sus responsabilidades como madre (cuando estas han de ser compartidas)   



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Fotografia de Claudia Contreras

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